Patri empezó a correr para controlar su peso (eso nos suena a más de uno), pero no fue hasta que consiguió completar su primer 10K cuando se dio cuenta de que esto de correr es mucho más. Porque gracias a este deporte aprendió el valor de la constancia y la paciencia, y encontró su lugar de paz, su momento su desconexión y su encuentro consigo misma. Y una vez que halló eso, se dio cuenta de que esto de dar zancadas no solo es salud. También felicidad. Y, además, se declara oficialmente como una «cuqui-runner» porque, como ella dice, el postureo también forma parte de la diversión. Y razón no le falta, porque cuando le pones sabor, alegría y emoción a cada cosa que haces, la vida se convierte en una aventura de la que disfrutas cada día.

Y la verdad es que a Patri nunca la ves de bajón. Tendrá sus momentos malos, como todo el mundo. Pero cuando viene al Mapoma Run Center, siempre lo hace con una sonrisa, con ganas de devorar kilómetros y con palabras de ánimo para sus compañeros. Porque para ella correr es lo que le da el chute de energía que necesita para afrontar todos los problemas o el estrés diario. Algunos días va más rápido, otros más despacio. Pero siempre avanzando hacia sus objetivos. ¡Bravo, Patri!